El Convento de la Tomina en Moura, refugio de bandoleros y contrabandistas
El Convento de la Congregación de los Padres Agonizantes de Nuestra Señora de la Tomina fue fundado por el venerable padre Manuel de Jesús el año 1709, teniendo que ir tres veces a Roma para legalización de su Congregación y la erección de su Convento.
El 17 de febrero de 1686 el Padre Manuel, con otros compañeros, se dirigía de Santo Alexo a Aroche, pasando junto a la Cueva, donde después viviría, quedando admirado del lugar y donde decidió fundar un Convento. Así comenzó la construcción del mismo, compró una imagen de una Virgen en Moura y, mientras se construía, comenzó sus estudios para ordenarse sacerdote.
Comenzó su construcción en los baldíos de Rabo Conejo, pertenecientes a la Feligresía de Santo Alexo, término de Moura, junto a la rivera de Paiojuanes, lugar inhóspito y alejado de los núcleos urbanos más cercanos.
Desde su construcción tuvo un conflicto jurisdiccional con el párroco de Santo Alexo, D. Francisco Borrallo, quien viendo las cuantiosas ofrendas a la Virgen de la Tomina, bajo su jurisdicción eclesiástica, las reclamó ante el Arzobispo de Évora, aduciendo el párroco que el convento “no era de congregados, sino ladrones y contrabandistas” y que el padre fundador confesaba sin licencia.
La reacción del Arzobispo no se hizo esperar y mandó arrasar el convento desde sus cimientos. Llegada la orden al Padre Manuel, decidió ir a Lisboa a pedir clemencia al Rey Don Pedro II quien evitó su derribo. El Confesor del Rey ordenó que los Congregados tomasen los hábitos “becas pretas” de la Congregación de San Felipe Neri. El Rey les regaló tres casullas y otros ornamentos.
Los Estatutos de la Congregación fueron aprobados el 30 de enero de 1705 y refrendados en Roma por Breve del Papa Clemente XI el 23 de diciembre de 1709.
El Convento tenía dos corredores o dormitorios con siete celdas cada uno, un refectorio, casa de estudios y oficinas. En su interior había tres altares, el Mayor con la imagen de la titular, Nuestra Señora de las Necesidades de la Tomina. En los dos altares laterales se veneraban las imágenes de Nuestro Padre Jesús de las Angustias, que le donó el Rey Don Pedro II en uno; y en el otro, la imagen de Ntra. Señora del Pilar, San Cayetano y San Gonzalo. Tenía una reliquia del “Limnun crucis” dentro de una Cruz de Cristal y de varios santos.
La imagen de la titular Nuestra Señora de las Necesidades de la Tomina toma esa advocación por un hecho milagroso que se le atribuye. Hubo un gran fuego en las Eras de Carrasco, junto a la villa de Barrancos. Los vecinos, ante la imposibilidad de apagarlo, invocaron a la Virgen, apareciendo unas nubes que descargaron gran cantidad de agua apagando el fuego. Decidiendo hacer en su honor una Fiesta o Romería “Las Fiestas de la Tomina” en la que se corrían Cirios, con sus guiones y tambolireros, hermanos de varias cofradías y demás fieles.
Los Cirios son hermandades religiosas venidas a La Tomina con sus pendones desde Moura, Arouche (Aroche), Aldea Nova, Ficalho, Pías y San Marcos do Carmo, las cuales donaban a la Santa un chivo para las celebraciones de su festividad. Esta romería era acompañada de un “gaiteiro” con su “pifaro” de madera tallada y gran tamboril con bandolera. Tocaban una melodía “dolente” y tamborileaban el primer tiempo en cada compás.
La ida de Aroche a la romería o festividad de Nuestra Señora de las Necesidades de la Tomina es fruto de la devoción que a través de siglos profesaban los arochenos que trabajaban en la Contienda y que tenían aquí el refugio mas próximo para sus necesidades a lo largo de años de estancias por estas tierra. Igualmente, muchos contrabandistas de los pueblos rayanos se amparaban en estos monjes para su descanso o sustento en el ir y venir de su trasiego transfronterizo, lo que hizo que profesaran la devoción a esta imagen y su asistencia a su festividad.
Por decreto de 28 de mayo de 1834, se extinguen los conventos de Órdenes Religiosas de sexo masculino y el Gobierno pasó sus terrenos a las Cámaras (Ayuntamientos); cosa que no ocurrió en Moura ya que el Convento de la Tomina pasó a manos privadas.
La Vinculación del Convento de la Tomina al Contrabando
La proximidad del Convento a la Contienda castellana, a escasos 200 metros del Barranco de Paijuanes, lo vinculaban desde siempre con bandoleros y contrabandistas.
Tradicionalmente, desde la fundación del Convento, los Congregados o Monjes de la Tomina pasaban el Arroyo de Paijuanes a Castilla y allí construyeron una huerta en la que sembraban, contraviniendo lo acordado en el Acta de Concordia o Concordata, firmado por ambos países donde se especificaban los usos de la Contienda.
El 20 de septiembre de 1729, el rey Felipe V ordena la demolición (que no se ejecuta) de la huerta y viña que los mojes edificaron en tierras de la Contienda. Los monjes piden el favor real que penaliza dichos derribos y suplican se paralicen, argumentando la labor humanitaria de atender a todas las personas que pasan por aquel “desierto” y por ser una comunidad pobre y necesitada de la huerta y viñas; y, sobre todo, del agua de esa zona.
En la visita anual a la Contienda, en 1729, los representantes de las tres villas comuneras (Aroche, Encinasola y Moura), cuando iban por la zona de Tamujoso y Tomina, vieron unas ocho o diez fanegas sembradas de trigo que eran, según unos pastores, de los Monjes de la Congregación. Y mandan meter caballerías que se las coman. Igualmente, en la misma visita, mandan se arranquen los sarmientos de viñas que tenían sembradas en la huerta, acusándoles de contrabando.
El 22 de febrero de 1734, el alcalde de Aroche, Domingo Márquez Castilla, con orden del sr. asistente de la ciudad de Sevilla, hizo visita a la Contienda y halló en los parajes de Terceras y Barrancazo, en la Tomina, unas casas y huertas y en ellas gran porción de hojas de tabaco granzones y grana. Acusándolos de contrabandistas y mandando derrumbar casas y huertas.
El 7 de marzo de 1734, el Mariscal de Campo da orden de detener a los ermitaños de la Tomina por tener sembradas tabaqueras y hojas secas. Asimismo, detuvieron a una persona en Encinasola vendiendo tabaco del lugar, multándolo con 200 reales.
La posición del Convento fue paso de contrabandistas que aprovechaban la presencia de los monjes para acercarse a comer, beber e incluso esconder las mochilas u objetos de contrabando en sus cercanías; mientras pernoctaban en él. También fue punto de reunión y pernocta de las autoridades de Moura y Aroche cuando realizaban anualmente la visita de términos de la Contienda. Una vez desamortizado el convento, en 1834, siguió teniendo la misma función, solo cambiaron los monjes por la familia que a partir de entonces lo regentaba como propiedad privada.
Hasta poco antes de abandonarlo por ruina, los caseros ejercieron la misma función que tenía el Convento hasta los años 60 del siglo XX. Así me contaba Antonio Vázquez Zarza ‘Santito’, cuando en los años de la posguerra española, su madre viuda, lo llevaba siendo él un niño, de la mano, a contrabandear. Y fue tal su amistad con los caseros del convento que incluso se quedaba allí varios días para que descansara, y permitir que su madre estuviese mas tranquila para poder hacer varios viajes hasta Aroche. Actualmente, la propiedad pertenece a la Bodega de Vinos Convento de la Tomina, término de Moura.
Antonio Rodríguez Guillén ‘Chamizo’
Autor del libro:
Bandoleros y Contrabandistas en la Sierra de la Contienda
Este reportaje forma parte del libro de Antonio Rodríguez Guillén ‘Chamizo’, publicado en octubre de 2017.